Y su respuesta tan absurda, tan vacía de contenido.
Una percepción poco desarrolla, tan abstracta, como hojas secas, como la oscura brisa en la noche cerrada.
No llega a generar nada en mi persona, más que exasperación e incertidumbre con una pizca de lejanía y torpeza.
No barajo ningún tipo de superioridad, no hay experiencia que me deje por encima de sus pasos, sólo un abismo de valentía en un pensamiento rebuscado y fuera de los parámetros normales.
El conocimiento de girar el tiempo y la asimilación de ese contenido sobre interpretado y desinteresado al mismo tiempo.
Lo absurdo de esa respuesta más que convencional la coloca en el papel desacertado; fluye de sus ojos otra obviedad.
Entonces, no es diferencia de sabiduría, ni mucho menos locura o rareza, es la simple y rebuscada forma de asimilación de pequeños detalles imperceptibles al ojo humano.
Su ser como una esponja que se deja irrumpir por la suciedad de la vajilla lujosa, mi mente como un reloj fuera de horario que gira a destiempo en términos deshabituados.
Desinteresada forma de des-observar, des-interpretar, des-entender ideas preestablecidas, y romper con las visiones que año tras año dieron gran fruto.
Por supuesto, la rutina y la monotonía del desayuno en cada oficio, las paredes de la oficina o simplemente el aburrimiento de hacer sin hacer acciones idénticas a diario promueven la vaguesa y la ecualización de pensamientos; ni ella está equivocada, ni yo lo estoy.
Aunque muchas veces estoy equivocado, tal vez; en ocasiones fluye en mí la necesidad de enfrentar con soberbia e ironía a sus desorbitados ojos, es inevitable.
Otras, sólo predetermino no incorporar tu sin razón y tu incómoda in-certidumbre, cubrirme con el polen de tu ingenuidad, apartar involuntarios sentidos de contradicción y simpatía.
A ti dejo mis cosas
Hace 8 años