miércoles, 12 de febrero de 2014

Te amo por ceja

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago
y cintas que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas
precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones
cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco
con ese pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino
es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío.

Julio Cortázar

viernes, 7 de febrero de 2014

Simple hormiga

Imaginaba el camino de la hormiga. Forzosamente acarreando un peso mayor al de su propio cuerpo a través de un terreno repleto de interminables senderos, gigantes pastos verdes que se alzan en majestuosos pequeños bosques y profundos huecos en la húmeda tierra que advierten que por allí no pasará. A la intemperie de cualquier tempestad que destroce su carga o que hasta dañe alguna de sus extremidades, la fila de millones de hormigas se desplazan cumpliendo, sin más, con su arduo trabajo. A ciencia cierta, no conocen de penas ni valores y aún así son capaces de sentir sufrimiento. Ignoran su inferioridad dentro de un mundo sobrecargado de humanos -catalogados como seres superiores por mentes optimistas- y miles de otras especies que las superan en peso y tamaño. Punto a favor, tal vez no en cantidad.
Pero las grandes colonias -manada de mamíferos, bandada de pájaros, ¿y el ejército de hormigas?- cumplen con su deber con total voluntad y determinación, con dedicación y esfuerzo, sin saber siquiera si existen, sin entender los fines de armar un extenso hormiguero que abarque todo su universo; hasta el primer viento, el primer llanto de nube o idiotez humana.