Soy todo aquello que dijiste y arrastro la culpa de lo que
nunca pude ser. Me encuentro inconsciente imaginando lo que podría haber sido
si no hubiera atravesado tu huracán de dudas.
Sube la noche, como el tiempo inquieto, y descubro que todo
continúa igual para mí: ya no habrá nada que hacer con esta ráfaga de
sentimientos irracionales.
Los planes de encuentros furtivos se desvanecen en un trance
de frases inconexas y vocabulario desorientado.
El estruendoso reloj me recuerda que no hay momento para
forjar un intercambio de discursos. Queda a la deriva la falsa conformidad, y
se abre en el limbo mi espacio fuera de órbita.
Inhalo cobardía para dejar de pensarte y resuenan estrofas
purificadas en caminatas eternas y vacíos pasos fóbicos de eternidad.
Reafirmando mis silencios de anfibio y la más desesperada
asfixia descansaré en la visión de un extraño marginado.
Los relatos en tornasol aún se abstienen de darle sitio a tu
silueta descolorida. Las nubes hermosas me preguntan cuánto tardará en
estabilizarse esta ironía. La espera se desvanece, flota en su sitio y resurge,
como la idea de infinito, como ese instante en que fluirás lejos de mi aura.