martes, 31 de agosto de 2010

Para Aguas

En mi perchero, un paraguas.

En mil memoriosas tardes de lluvia aparece desplegada sobre mi cabeza la figura de aquel negro y húmedo paraguas, protegiéndome con firmeza de la tormenta, resguardándome de la tristeza y el frío que conllevan cientos de miles de gotas que caen con fuerza desde el cielo, dispuestas a golpear contra el suelo, o cualquier ente que se les interponga.

Si mal no recuerdo, me lo obsequió mi madre después de una intensa tormenta de invierno que me tomó desprotegido. Lo conservo en excelente estado, y como cualquier sujeto dentro de sus cabales, lo saco de mi hogar sólo los días cubiertos de nubes grises que anuncian una tormenta (no obstante más de una vez he despotricado por acarrearlo durante una jornada entera donde el sol disipó las nubes, y cubrió toda la ciudad; el paraguas regocijándose mientras recorre las calles).

Es más que sólo una tela plástica y una varilla; representa la angustia de las tardes grisáceas donde cada ser oculta su rostro afligido detrás de una catarata de agua provocada por los extremos de su paraguas. Dificultoso se hace recorrer las veredas repletas de gente fastidiosa esquivando charcos e intentando no golpear con su paraguas nuestro paraguas, o el paraguas del que viene al lado. Éste, por su parte, se regocija mientras recorre las calles.

En ocasiones, siento la misma lástima por mi paraguas que Borges siente por su puñal, mientras lo observo reposado pidiéndome a gritos que lo saque de casa. Pero él no quiere pasear una tarde melancólica de lluvia, sino una donde en el aire flote la felicidad, porque en los días de tormenta, los hombres felices salen sin paraguas.

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Un feliz día gris.
Disfrutando de cada pequeña gran gota que revienta, triunfante, contra el piso húmedo y pisoteado.
Observando el desfile de autos y las caras largas de los peatones; ¿A caso tanto se les dificulta sonreir en un día como hoy?

domingo, 29 de agosto de 2010

En su escala de valores él pone siempre primero,
sobre todo, la importancia de un corazón entero.
"Bien parado o en la lona hay que ser buena persona",
dice aquel que a mí me guía noche a noche y día a día.
A él la vida le dio todo y él le devolvió el doble;
de movida ofrece el codo y un corazón puro y noble.
Lo juro por mi pellejo para mí DIOS es mi VIEJO.

jueves, 12 de agosto de 2010

Pasado Pisado .

Pasado: Tiempo que pasó. Cosas que sucedieron en él.

Hoy supe entender por fin que quiere decir esto.
Ya no quiero vivir más rodeado de aquellas "cosas que sucedieron".
Descubrí que hay que vivir el presente (uso una frase repetida hasta el cansancio porque no hay mejor forma de explicarlo), convencido que puede ser un gran día si así lo quiero. Y así lo quiero: hermoso, repleto de las pequeñas cosas que me hacen feliz, de mi familia, de mis amigos incondicionales. Entendí al fin que puedo encontrar en una canción la risa que perdí convencido de que el tiempo que pasó marcaría el gusto del tiempo que vendría: tarde o temprano me cansaría de arrastrar inútilmente aquella piedra gigante hasta la cima de la montaña.
Renace de adentro de mí una parte olvidada en llanto, se dibuja una mueca en mi rostro que vale más que mil palabras de aliento.
Inexplicablemente, pisoteando la ambigüedad y de una vez por todas, YO volví a ser YO, y hoy, supe entender por fin que quiere decir esto.
No queda más que viento

domingo, 8 de agosto de 2010

Mirando alrededor .

Y mirás a tu alrededor.
Cada pequeño rincón de tu cuarto representa un trocito de tu vida.
Una guitarra empolvada te enseña su misterio, alguna pasión perdida; otro fracaso.
Acostado en la cama, rodeado de frazadas viejas que te acobijaron en varias noches de cansancio y tardes de paz, te asombrás al apreciar cosas que siempre estuvieron allí pero que hace tiempo que no te sentás a ver: una foto en la pared, una pila de discos viejos, un recorte extraño achinchado en el placar.
En un estante golpeado por el tiempo, una computadora que te presta su brillo con el fin de entretenerte, aburrirte o tan sólo hacerte saber como gira el mundo afuera de tu confortable habitación.
A tu lado, una silla apila tu ropa desordenada después de una larga semana: "en algún momento alguien lo ordenara", pensás mientras sonríes.
Agachás la cabeza sólo para encontrarte frente a una pila de zapatillas maltrechas a la espera de un gran paseo por la ciudad. Lamentás con angustia, pero por hoy, sólo preferís las pantuflas.

De todos modos, sabés que, por suerte, queda por delante otra tarde tirado en el piso escuchando buena música... A soñar otra vez.