viernes, 30 de septiembre de 2011

Del qué dirán .

Esa silenciosa voz que calla las miradas de su inocencia en la búsqueda de tu propio razonamiento.
La disolución de un pluralizado paisaje.
La oquedad sembrada en manifestaciones de ídolos y doctores del no saber, basadas en principios del "no creo", "no me interesa"
Verborragia improductiva, apatía inverosímil como absurdas armas de batalla ante la idiotez.
Quizás ha confundido conceptos, quizás las libertades humanas rigen ante la falta de criterios analíticos.
Tal vez también ha errado en el punto de percepción y el idiota no es aquel que calla ante el cinismo crítico, sino otro sabio iluso que no pierde saliva en vanidades.
Sobreanalista de variantes, creador de ideas, valorista de opiniones, carente de reglas, no hace de charlatán, sino de visionario.

Un día perfecto para el Pez Banana .

“Los peces bananas tienen debilidad por las bananas. No es una forma de decir. Las bananas hacen salir a flote toda la debilidad de los peces banana. Se lo pasan rastreando pozos en los que haya bananas. Cuando encuentran uno, se aproximan a él como si fueran peces comunes. Pero una vez que entraron, se comportan como cochinos. Se ha escuchado de peces banana que fueron capaces de comerse, en su ataque de gula, setenta y ocho bananas. Lo que ellos ignoran mientras están en pleno festín, es que mientras comen, engordan. Y tanto, que cuando quieren salir del pozo ya no pueden. Contraen fiebre bananífera y mueren.”


Un día perfecto para el Pez Banana, J.D. Salinger (1953)

lunes, 19 de septiembre de 2011

Rasguños

Construir palabras sobre pensamientos ajenos es privarse del crecimiento propio ante las pruebas de la cotidianeidad
Sentimientos de debilidad física y mental como acertijos en trapos de furia
El silencio como fuente de esperanza, de angustia y madurez.
La voz como arma de doble filo que con precisión certera impulsa aire hacia lo más profundo del ser, dejando a un don nadie expuesto ante oscuras ovejas carroñeras
Espina por espina arlequines observan otro cruel desangrado y rien frente a esa impura tristeza.
Cansancio transpira por sus huesos dejando a su paso ardor y cicatrices. Ya no sirven las horas de sueño, nadie curará los rasguños en su espalda.
Hasta la dejadez, ese será el pago en vida de hechos aún desconocidos e incoloros. Tan sólo una marca. Una y otra más.