viernes, 1 de marzo de 2013

Irracional

Explotó para volver a sentir parte de la percepción de causa y efecto. Soltó al cinismo la piel descascarada de su pasado irrisorio. Sigiloso, vengativo, con sed de quiebre, salpicó con constancia la firmeza de la enorme piedra que relucía verde bajo un acantilado de estrellas. Enjuagó sus manos manchadas de culpa, y acariciando el suave charco espantó de la superficie la felicidad espontánea. Tembló en la intemperie, como hacía tiempo no lo hacía, y perdió su mirada en el suave bosque a espaldas del furioso acantilado. Vibrando al viento, acalambrado de músculos, hirviendo de fiebre artificial, cerró sus ojos con violencia a la oscuridad del silencio. Sus hombros cargaron la euforia de una pesada noche y parecía que todo su cuerpo habría de desquebrajarse. Su mente ya había fracasado.
Relleno de espanto, tieso, contrajo sus dedos y pellizco sus palmas en la batalla contra las mil imágenes de una reciente batalla. Golpes del inconsciente, desesperado instinto de idiosincrasia machista, inmaculada sensación de superioridad física y amedrentada tragedia. Los revuelos de aquel monstruo agujerearon sus recuerdos y logró acompañar sus rodillas hasta lo efímero de un suelo viscoso y húmedo. Un agresivo espasmo lo invitó a levantarse, y tras un giro sintió el corte en las ataduras de pies y manos. Vivió en carne propia la distancia del miedo y el recuerdo de alguna profunda verdad. Desapareció en la aguerrida noche estrellada hasta lo absurdo del abismo, para abrir sus manos a la profundidad del mar. Se recubrió de cenizas de soledad de aquello que había sabido construir entre su miseria y su deserción social.
Descubrió, tras su endemoniada sonrisa, que había destruido su inocencia. Había viajado al espacioso sentimiento de libertad. Había vencido a su propia ilusión y abandonado su blanco cubículo. Había caído estrepitosamente al infinito de aguas y piedras.
Se cubrió en desprecio, abandonó su traje blanco y se deshizo en la noche estrellada. Habíase librado de su cuerda inconstancia y por única vez, encontrado la salvación sin ella.