miércoles, 26 de septiembre de 2012

De pequeños a invertebrados.

La realidad se tornaba compleja, incinerable. El inquebrantable movimiento horizontal parecía no alejarse de su inestable suelo.
Sus zapatos deliraban entre la constante e impaciente vibración y sus ideas furtivas de comparaciones reaccionaban al cuestionarse sus metódicos conceptos de "saber como" o "no haber sabido".
La incuestionable y ofuscada deportación de ideales surgió ante el improvisto de verse dispensable para el cuadrado que acostumbraba. La facilidad de reemplazo, la notoria elaboración de excusas premeditadas para la posible suplantación de enredos por planificaciones de un nuevo modelo.
La meticulosa necesidad de verse envuelto en similitudes obligatorias abrieron un nuevo agujero en su concepción matemática de su futuro a corto plazo y como caída libre acosaría el cambio en su percepción del minuto como rebatimiento de un trecho sinuoso y desesperanzado.
El horizonte se alejaba como un espasmo, y el mareo de tierra acechaba al nuevo concepto digerido y aceptado.
El cambio supo ser tan brusco que trincó la perspectiva del sol cubriendo su indefinido rumbo y a la visión natural de una acumulación de algodón gris en aquella otra nube.
Todo enfureció cuando la silbadora ráfaga golpeó su indecisión de estrenar su nuevo descubrimiento, y sus rodillas cubrieron el pavimento de plegarias a un supuesto negocio sobrenatural que hacía décadas había abandonado.
Con sus dedos entrelazados y su frente rozando el suelo supo que era entonces que sucedería lo esperado.

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