jueves, 4 de abril de 2013

De viaje 2

Si el lugar deseado y las personas correctas se uniesen en un espejismo de cielo y ramas, la real percepción de la vida cruzaría como el aire por el surco vacío del propio ser humano.
Los cimientos de revelación de un macabro circo temblarían en el desvelo de la inusual orgía de sensaciones.
A veces con palabras, a veces muertas como fruta seca.
El amor, pasajero empedernido en la racionalización de ideas, se acerque a cubrir de musgo algunas libertades y de ensueño a otras mentes cobardes.
Cobrarán vida las rocas en los agujeros del entretenimiento dulce, se olerán los misterios de la empatía y el nadar de atareados peces licenciados del silencio.
No serán, pues, las gotas las que sientan la insegura fortaleza de sus suspiros. Ni mucho menos las compañías.
El vuelo de historias colectivas derretirá las fundidas brazas y atraparán las delicias de la eternidad. Y así, sin más, forjando pintadas en los recuerdos se distribuirá la experiencia. Esa de necesitar el lugar indicado y las personas correctas.

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