sábado, 12 de junio de 2010

Tarde gris .

Memorias de esta tarde gris de invierno manchada por cientos de miles de gotas chisporroteando sobre una ciudad marchita.
El fuerte temblequeo de un árbol pelado por el otoño, inmortaliza una calle desolada y adormecida.
El cielo imita un colchón de nubes contaminadas que cubren con firmeza un sol manso y descolorido.
Pasan segundos, minutos, años, soledades, iluminadas por cada estela de luz que cae a kilómetros de distancia; sobre alguna otra ciudad muerta.
Cada estruendo lejano anuncia el comienzo de una tormenta, el silencio de otro pájaro.
Nuevamente el ánimo de vivir se estrella contra ese suelo húmedo, y las gotas vuelven a transformarse en desesperanza.
Un niño lora, un libro se cierra, una pareja se pelea, una mujer pierde otro hombre; los sueños se convierten en inalcanzables.
Coloridas hojas corren con el agua y se pierden doblando en la esquina. Dónde irán me he de preguntar.
Inspirador sentarse en una ventana a ver pasar la vida en un día como hoy; y aunque difícil encontrar el horizonte entre la niebla, siempre sería más simple acostarme a soñar y no despertar más.

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